UNA DE LAS PASIONES DE ESTA FIGURA DE LA MÚSICA TROPICAL, QUE APRENDIÓ A TOCAR LA GUITARRA A LOS 10 AÑOS

No hace mucho habló con MDT de su casa en la ciudad de Corrientes y de lo bien que lo pasa allí. También, de su pasión por el chamamé y de la amistad que tiene con los artistas del género.

Un detalle que habrá sorprendido a muchos. Es que de su historia se conoce básicamente su enorme trayectoria con La Nueva Luna, la banda que creó con su amigo Marcelo “El Chino” González.

Su pasión por el folclore, entre muchos otros secretos de su vida,  está en nuestros archivos. Ramón «El Mago» Benítez lo contó en las ediciones 76 y 77 de MDT. Y lo fue repitiendo en otros encuentros con nuestra revista.

Esta nota no tiene que ver con El Mago y La Nueva, cómo bautizo este nuevo momento de su carrera, tras el fallecimiento de su amigo El Chino González. Allí decidió que también había muerto La Nueva Luna (esa banda que crearon juntos y que ya está en la historia grande de la música tropical argentina).

Empezó una nueva historia en su carrera. Con su apodo adelante, con La Nueva como bandera y con él no sólo en la guitarra: también se puso al frente como cantante.

Lo que recordaremos ahora son sus inicios. Sus primeras confesiones para MDT. Lindos recuerdos de aquellos años juveniles de esta gran figura de la cumbia argentina.

LA GUITARRA CRIOLLA

 -Mi viejo es músico y yo arranqué con la guitarra a los diez años. Fui a un profesor del barrio, de una Sociedad de Fomento, en Quilmes, a dos cuadras de donde yo vivía. El profesor se llama Héctor Pallares, fue quien me enseñó a entender la música con un método muy personal y yo aprendía muy rápido. A los dos o tres años ya tocaba junto a pibes que andaban muy bien y que llevaban cinco estudiando. Fueron siete años y en el último ya lo ayudaba a Pallares. Fui algo así como un alumno-profesor, entre comillas. A pesar de ser un tipo tranquilo, no creo que me de la paciencia para enseñar, pero en aquel momento estaba en mi salsa, me gustó darle la mano que le pude dar a Pallares. Iba para estudiar y terminaba laburando con los chicos que recién se iniciaban.

-Varios años después fui a visitar al profe a su casa. Nos abrazamos, fue un momento re lindo, me invitó a pasar, conversamos y también toqué un ratito la guitarra. Cuando terminé me dijo «está bien lo que hiciste, se nota que aprendiste». Me observaba y me escuchaba como si todavía me estuviera enseñando. Me contó que cuando les decía a sus alumnos que había sido mi profesor la mayoría no le creía, que los chicos le llevaban un compacto de La Nueva para que les enseñara esos punteos que yo hacía y ahí les comentaba: «miren que El Mago era alumno mío…”.

-De pibito tocaba zamba, chacarera, chamamé. Iba a los fogones de Bernal, iba a las peñas, mi rubro era otro. Con 11-12 años tocaba con otro compañerito, los dos solitos con esas guitarritas criollas que parecían más grandes que nosotros.

(CONTINUARÁ)

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