EN LOS MEJORES Y EN LOS PEORES MOMENTOS ESTUVO PRESENTE EN LA VIDA DE DIEGO

Por eso hay tantas fotos de artistas con él, porque él estaba siempre cerca de ellos, para saludarlos con humildad, para reconocer tal o cual tema, para bailar como sabía hacerlo.

Le gustaba toda la música, todos los géneros, todos los estilos, sin prejuicios de ningún tipo.

Los nacionales y los internacionales, el folclore y la cumbia, lo romántico y lo movido. Todo lo popular, todo lo que sonaba, todo lo que lo conmovía…

No le importaba el qué dirán, si quedaba bien hacer tal o cual cosa, si alguien se iba a ofender o si tal anunciante le iba recriminar algo.

Y allí están los saludos de bandas terribles del exterior saludando su partida, sencillamente porque compartieron algún momento con él.

Allí están Charly, Calamaro, Ciro, El Indio Solari y todo el mundo del rock. Están Luciano Pereyra, Los nocheros, El Chaqueño, La Sole. Están Los Pimpinela, Valeria Lynch, Montaner. Están Cacho Deicas, Pablo Lescano, La Mona, El Polaco y Dalila, entre tantos y tantos de la cumbia y el cuarteto.

Y más…miles más, porque la lista es interminable. Abarca a artistas de todo el mundo, de todos los pueblos, hasta los más recónditos, por donde anduvo con su magia, con su sonrisa y con su alegría.

Dónde escuchaba música, allí estaba él para aplaudir, para alentar, para felicitar y para tirarse unos pasos.

Ahora aparecen todas las fotos, los videos, los recuerdos de tantos que se maravillaban con su humildad en esas reuniones que a veces eran familiares, de gente que no lo olvidó más.

Esas fotos en Esquina, la ciudad correntina de su padre; aquella en Cuba o la otra en el carnaval de Brasil. Las de las casitas pobres en Napoli. El video en la que baila rock en el programa de Tinelli con Claudia Villafañe de la manera que lo hacía en Villa Fiorito o La Paternal.

Escuchaba música Diego. Y cantaba, lloraba, se emocionaba, como en el video que subió su compadre Daniel Valencia (el inolvidable jugador de Talleres de Córdoba y la Selección nacional), de cuando lo fue a visitar a Cuba, y ambos se grabaron haciendo karaoke, con temas que les llegaban al alma.

Y bailaba, de chico y de grande, con el físico intacto o con la rodilla hecha pelota; rock y bolero con Claudia o cumbia y cuarteto con Rocío Oliva; tarantela con Cristiana Sinagra y salsa con sus mujeres en Cuba.

Bailó con todas las mujeres que lo enamoraron y en los vestuarios; en la entrada en calor en el estadio San Paolo (ahora Diego Armando Maradona) y con pasos maltrechos, pero sin perder el ritmo, en cada triunfo de Gimnasia, en su último y sufrido momento en el fútbol.

Por eso todos nos imaginamos ahora que debe andar por algún lado con una sonrisa, silbando, tirando caños con alguna piedrita del camino y buscando compañera para el baile.

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