SU VOZ Y HUMILDAD QUEDA PRESENTE EN MUCHOS CORAZONES

Los músicos y artistas de todos los géneros se paraban a saludarlo cuando lo veían en SADAIC, la sociedad de autores o intérpretes, o en algún barcito de la zona, sobre la calle Lavalle al 1500, a metros del obelisco de Buenos Aires.

Siempre acompañado por su esposa o por algún amigo con quien charlaba sobre proyectos.

Su vida estuvo marcada por la música y siguió así hasta el final.

Los músicos le valoraban su consejo justo y, por supuesto, mucho más los cantantes. A muchos (sobre todo, de la movida tropical) los sorprendía cuando les comentaba sobre tal o cual tema, sobre tal o cual disco, u otros detalles de su carrera.

Quienes lo trataron como productores, dueños de bailes o asistente a algún lugar donde trabajaba (cada vez menos  por sus problemas de salud), también hablaban de su sencillez y del agradecimiento que mostraba a cada saludo, a cada pedido de foto, al cariño de la gente expresada de muchas maneras.

El, que fue muy grande durante décadas, que vendió millones de discos, que tiene temas en la historia popular, que fue actor en películas vistas por multitudes, se comportaba como una persona común y corriente. Y sin quererlo daba un ejemplo a tantos que a las primeras luces del éxito se envanecen y cambian sus maneras.

Ellery Guy Rech fue su nombre verdadero. Nació el 13 de enero de 1940 en Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe. Falleció ayer, a los 80 años, por una neumonía que lo tuvo internado durante cuatro días. Su corazón no aguantó más. Su organismo estaba debilitado por otros problemas de salud que lo atormentaron en los últimos tiempos, incluida una operación en la columna.

«Cariñito», «Qué bonita eres», «Tabaco y ron», «El embrujo» y «Por unas monedas» son algunas de las 1300 canciones que grabó a lo largo de sus 60 años de carrera. Además de baladas, interpretó tangos y piezas tropicales.

Como actor participó de películas como Nacidos para cantar (1965), Una ventana al éxito (1966), El bulín (1969) y En busca del brillante perdido (1986).

Recorrió el mundo con su música. Tocó en todos los ámbitos imaginables y hasta los más chiquititos lugares eran para él un escenario grandioso porque había gente valorando su música.

Así era de agradecido al público que apreciaba lo que él transmitía con su voz.

Lo lloran amigos y conocidos, lo mismo que todos aquellos que alguna vez vibraron con sus canciones.

Hasta siempre, Juan Corazón.

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