EL LOCUTOR Y ANIMADOR FALLECIÓ EN BUENOS AIRES A LOS 81 AÑOS
Hasta siempre, Neri.
Extraordinario locutor, maestro para legiones de hombres de la radio y de la animación de espectáculos, pionero en la difusión de los grupos de la movida tropical y del cuarteto; amigazo, sencillo y laborioso.
Así lo recordarán, así lo recordaremos, a Arnaldo Neri Lucero, que falleció en Buenos Aires a los 81 años.
Se despidió en la ciudad que lo cobijó y a la que amaba, aunque en su corazón latía su Córdoba natal, dónde abrazó para siempre sus sueños de radio y su amor por la música.
Nació en Córdoba el 26 de mayo de 1941 y se recibió de locutor en 1967.
Llevó a la radio en la sangre. Pasó por grandes emisoras y fue amigo de notables figuras de la época de oro de la radiofonia argentina.
Excelsior, El Mundo, Splendid…leyendas de la radio argentina, lo tuvieron en sus planteles. Como hombre del interior del país, amante de la cultura popular, se volcó con pasión y humildad a todo ese movimiento musical y cultural que explotó a fines de los 80 en Buenos Aires y fue una voz y figura reconocida en programas y en grandes bailes, cómo animador.
Su voz se escuchaba en programas o publicidades, en FM Total del Bebe Bistoletti, en la Radio Tropical de Pepe Gózalo, en las de Alberto Villalba y sus hijos, en las del Juanca Lucena, en las de los sellos Magenta y Leader Music y en la RTL de Óscar Costabello.
Fue locutor en los programas radiales de Crónica con Ritmo, el suplemento del diario Crónica (durante años, el segundo en ventas del país, después de Clarín). El suplemento que por primera vez le dió cabida a la música tropical en la industria gráfica argentina, en tiempos de prejuicios, condenas y descredito.

Los cambios en el país no lo desanimaron nunca. Neri siguió trabajando en distintas radios, grabando publicidad y animando fiestas. Su voz fue conocida hasta en los rincones más apartados del país.
En estas horas, al conocerse su muerte, las redes sociales lo recuerdan con cariño, respeto y gratitud.
Y se repite una palabra que cuando se lo decían en persona le generaba pudor, pero que estuvo siempre bien aplicada para definirlo: maestro.