Hoy, 18 de mayo, se cumple un año de la desaparición física de Carlos Sampayo, a quien todos conocían simplemente como Carlitos.
Nunca mejor dicho aquello de “desaparición física”, porque se trata de eso. Ya no se lo ve, pero siempre está en la memoria, en los recuerdos, en las anécdotas de tanta gente que lo conoció en sus distintas facetas.
Su casa en la localidad bonaerense de San Martín fue una especie de retiro espiritual para muchos que iban a buscar la “sanación” de sus palabras, pero también las muestras de amistad que brindaba generosamente.
Fue espiritualista, cantante, compositor, conductor de programas musicales (primero en radio y luego también en la TV por cable) y hasta productor de muchos que se iniciaban en la música o en otras facetas artísticas.
Lía Crucet, Cacho Castaña, Alicia Muñíz (le contaba sus desventuras con Carlos Monzón), Silvia Peyrou, Pichi Landi, el recordado conductor Carlos Giachetti y muchísimas figuras más fueron sus amigos.
Músicos, cantantes, actrices, modelos, deportistas, animadores y tantos otros profesionales de distintas actividades se cruzaban en su casa de San Martín.
Todos lo recuerdan con cariño en una fecha que para ellos es de tristeza. Aunque también seguramente se les escapará una sonrisa cuando se les cruce por la mente alguna anécdota, algún momento divertido que hayan pasado con él.
Él preferiría que se lo recuerde así, con una sonrisa. Porque así fue hasta el final: jovial, optimista y divertido.
Y por qué no pensar que anda por alguna estrella, silbando canciones, siempre acompañado por su gran amigo Maurín (bailarín internacional, padre de Reina Reech), con quien solía darle vuelta a sus sueños en algún café cercano a SADAIC.